Para llegar hay que atravesar zonas de montes con vegetación cerrada que no permiten ver la larga distancia, hay que conocer el camino porque la casa solo la verás cuando estés a pocos metros de ella. Surge de repente frente a ti, por sorpresa en un claro en el bosque creado por una especie de cráter rojo de aspecto marciano.
Se trata en realidad de una presa hecha para recoger el agua de lluvia que cae por la ladera del monte, creando una charca que usan los numerosos ciervos y jabalíes que hay por la zona para beber. La tierra pedregosa y arcillosa tiene un color rojo intenso, haciendo este punto muy especial e inesperado, ya que el cráter, con una profundidad de más de 6 metros, permite juegos visuales dentro-fuera. Puedes aislarte de todo y encerrarte dentro, o pasear por su borde y mirar por encima de las copas de las encinas cercanas, alcanzando a ver grandes distancias.
El lugar es perfecto para crear allí una casa singular.
Se elige posicionar la vivienda en la parte trasera del cráter, buscando la discreción. No interesa venir al frente para que la casa vea y se vea de lejos, todo lo contrario, aquí se va a descansar y el terreno debe seguir conservando su aspecto salvaje y natural, la casa se esconde, se integra, sólo se ve cuando la tienes delante.
Un caparazón formado por una modulación de cubiertas en forma de flecha, cierra la casa hacia el monte y la abre al horizonte, creando un porche sombreado agradable en todo su frente.
Con su forma parece que quiere por un lado proteger con celo todo lo que hay bajo ella, mientras que también te señala el horizonte, apuntando con fuerza hacia la distancia, como si fuese a saltar hacia delante.
Este caparazón con acabado metálico grisáceo cinc, cubre unas cajas metálicas chapadas con acero corten. Ahí es donde realmente se encuentran las estancias de la vivienda: salón-cocina, dormitorios, baños, etc.
Cuando la casa está habitada las cajas de acero se abren al paisaje, si no, quedan cerradas como contenedores almacenados bajo la sombra de la cubierta.
Es una vivienda pensada para habitar mucho sus espacios exteriores. Aquí se viene a estar en la naturaleza, por eso el porche, el cráter o los árboles cercanos son tan importantes o más que los espacios interiores. Aquí se vive sintiendo el campo.
Los interiores tienen acabados sencillos y toscos, propios de una casa refugio. Se construye con materiales económicos de fácil puesta en obra que puedan traerse sin problemas a este lugar. Bloques de termo arcilla y alicatados vistosos que dan brillo y luminosidad a los puntos destacados como la chimenea, la cocina, el fondo del salón, el cabecero del dormitorio principal…
Una casa escondida, frente a un cráter rojo, rodeada de montes, apuntando al horizonte…
Parece una descripción del mapa de un tesoro… ¡quizá lo sea! y esté dentro de una de esas cajas de acero.