OOIIO Arquitectura Picadero de Caballos

PICADERO DE CABALLOS

Olas congeladas
  • Premios y Reconocimientos: BUILD Architecture Award «Best Renovation Project of the Year», 2018. “Loop Design Award – Honorable Mention” en la categoría uso Deportivo y Recreativo, 2020. Finalista de los Premios de Arquitectura y Urbanismo de Castilla – La Mancha, 2022.
  • Estatus: Construido.
  • Año de Proyecto: 2014-2018.
  • Localización: Madrid, España.
  • Superficie: 2.350 m2
  • Diseño: OOIIO Arquitectura
  • Equipo: Joaquín Millán Villamuelas, Manuel Fernández Corral.
  • Estructuras:Metalurgica del Deza s.a.
  • Instalaciones: OOIIO Arquitectura.
  • Ingeniero de la Edificación: Manuel Jaime Coira Iglesias.
  • Seguridad y Salud:Joaquín Millán Villamuelas.
  • Cliente: Privado.
  • Constructora: Vipecon Galicia s.l.

OOIIO Arquitectura lleva a cabo una profunda reforma de las instalaciones deportivas para el entrenamiento y cuidados de caballos de competición de salto, en una finca ganadera situada en un enclave privilegiado de los campos de Castilla.

El encargo consistía en integrar en una gran casa de campo de arquitectura tradicional un picadero de caballos y reformar unas antiguas cuadras para ponerlas al día, de forma que el conjunto formase unas instalaciones de primer nivel, al servicio de unos preciosos caballos de competición, que son sin duda los auténticos protagonistas de éste lugar, dónde no se escatiman detalles para que se sientan lo más cómodamente posible.

Un picadero de caballos es en definitiva un gran espacio cuadrangular, delimitado por cuatro vallas, con suelo blando donde se entrenan jinetes y caballos, en este caso para competiciones de salto, una disciplina de la hípica consistente en franquear a caballo un recorrido de varios obstáculos construidos con barras, sin cometer ninguna falta o derribo. Las pruebas se disputan siguiendo varios baremos: contra reloj, caza, potencia, con cronómetro, etc. y se clasifican en distintos grupos de acuerdo con las alturas, que oscilan entre 1´10 m. y 1´60 m.

El edificio original tenía forma de rectángulo, con un patio central que hace de picadero de caballos al aire libre y, para poder entrenar en días de lluvia, se decide construir el nuevo picadero cubierto, demoliendo uno de los brazos del rectángulo e integrando la nueva construcción con el resto de la gran casa de campo.

El nuevo edificio tiene como fin último proteger de las inclemencias del tiempo, pero también debía tener una buena iluminación lo más neutra posible. Mucha luz pero bien repartida, no se querían sombras que pudiesen distraer o confundir a los caballos al saltar, por eso se decide abrir unos lucernarios en cubierta a norte, que llenan de luz natural el interior, sin que entre un sólo rayo de sol.

El picadero de caballos se resolvió entonces mediante unos grandes pórticos que salvan una distancia de 30 metros cada uno, con unas vigas triangulares quebradas que configuran una singular cubierta a dos aguas, integrada con el resto del edificio, que se abre a la luz de norte con una sucesión de lucernarios en pico que dejan pasar la luz por el alma de las vigas de cada pórtico, como si de las branquias de un tiburón se tratase.

La nueva cubierta formada por esa repetición de lucernarios, y vista desde la distancia en bonito el paisaje de la finca, se muestra como una repetición de olas congeladas en medio de una la vasta extensión de campo a su alrededor.

El tradicional edificio preexistente parece abrazar al nuevo elemento como queriendo integrarlo en el conjunto. El color de los muros de las grandes piezas de hormigón prefabricado que cierran el picadero, las puertas y carpinterías, la cubierta, en definitiva todo el aspecto exterior del nuevo elemento, quiere imitar e integrarse en lo que ya había.

Las cuadras que rodean la nueva pieza, se reformaron y adecuaron para estar a la altura de unas instalaciones deportivas de primer nivel. Sobre todo para que jinetes, cuidadores y, principalmente, los caballos disfruten, puedan entrenarse y descansar cómodamente.